Sierra de Bufarán

Anocheciendo sobre la Sierra de Bufarán. 11 de enero de 2010. © Miki López

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La nieve cubrió la sierra de Bufarán pero decidió que este iba a ser el último baluarte en el que instalaría su blanco perfecto dejando sin engalanar la costa de la comarca de Avilés. Y solo esa. Como si se tratase de un castigo por portarse mal. Y para que viese con envidia como las playas de Gijón o de Soto del Barco y Muros del Nalón cambiaban por unas horas sus tonos arenosos por los de una bandera de rendición incondicional ante los copos de nieve.
El gorfolí reluce como nunca sobre las verdes vegas y suaves colinas de Castrillón, de Corvera y de Gozón. Cuando nos acercábamos al alto de La Reigada para iniciar un recorrido de unos 5 kilómetros hasta la cima de antenas, nos daba la impresión de lanzarnos de cabeza a un paisaje casi alpino que nos parecía totalmente desconocido, disfrazado en un blanco tan intenso que engañaba a los sentidos. Hasta el olor del ambiente es tan distinto en esas condiciones que es casi imposible ubicarse en un lugar por el que has pasado cientos de veces.
Los senderos helados serpentean por las cimas y laderas de la pequeña codillera regalando unos paisajes tan espectaculares que es difícil no pararse a cada paso. Por el norte y hacia el este, El Sueve casi lamiendo el mar de las costas de Colunga y Caravia. Hacia el oeste la recortada costa de Cudillero y el Cabo de Vidio. Por la vertiente sur un sobrecogedor espectáculo de líneas de llanuras, montes y cordilleras, desde Llanera a la sierra del Aramo, marcada al frente del Monsacro por la columna de humo de la térmica de Soto de Ribera. Más al occidente, los bosques de torres eólicas de Salas y la Espina. Todo cubierto por un manto blanco espectacular. Toda Asturias desde un mismo punto. Una Asturias maquillada con gusto. Casi hasta misma linea de costa. Impresionante.
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